Documenta Catholica Omnia
Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam


Index Verborum:     haber


'
    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos a un Religioso para Alcanzar la Perfecion

§ 4

En las cuales cosas se ha de ejercitar el religioso, procurando siempre llevarlas con paciencia y conformidad con la voluntad de Dios, y no llevarlo de manera que, en lugar de aprovecharle Dios en la probación, le venga a reprobar por no haber querido llevar la cruz de Cristo con paciencia.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos copiados por Magdalena del Espiritu Santo

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos por la Madre Maria de Jesus

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos procedentes de Antequera

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos recogidos por la edicion de Gerona

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico Espiritual A

§ 0

Y así espero que, aunque se escriben aquí algunos puntos de teología escolástica acerca del trato interior del alma con su Dios, no será en vano haber hablado algo a lo puro del espíritu en tal manera; pues, aunque a Vuestra Reverencia le falte el ejercicio de teología escolástica, con que se entienden las verdades divinas, no la falta el de la mística, que se sabe por amor, en que no solamente se saben, mas juntamente se gustan.

§ 1.11

En las heridas de amor no puede haber medicina sino de parte del que hirió, y por eso dice que salió clamando, esto es, pidiendo medicina tras del que la había herido, clamando con la fuerza del fuego causado de la herida.

§ 3.6

Y es principalmente en tres maneras: la primera, que le ha de faltar el favor del mundo, perder los amigos, el crédito, valor y aun la hacienda; la segunda, que es otra fiera no menor, que cómo ha de poder sufrir no haber ya jamás de tener contentos y deleites del mundo y carecer de todos los regalos de él; y la tercera es aún mayor, conviene a saber, que se han de levantar contra ella las lenguas y han de hacer burla y ha de haber muchos dichos y mofas y le han de tener en poco.

§ 3.6

Y es principalmente en tres maneras: la primera, que le ha de faltar el favor del mundo, perder los amigos, el crédito, valor y aun la hacienda; la segunda, que es otra fiera no menor, que cómo ha de poder sufrir no haber ya jamás de tener contentos y deleites del mundo y carecer de todos los regalos de él; y la tercera es aún mayor, conviene a saber, que se han de levantar contra ella las lenguas y han de hacer burla y ha de haber muchos dichos y mofas y le han de tener en poco.

§ 5.5

Pero, allende de todo eso, hablando ahora algo según el sentido y afecto de contemplación, en la viva contemplación y conocimiento de las criaturas echa de ver el alma con gran claridad haber en ellas tanta abundancia de gracias y virtudes y hermosura de que Dios las dotó, que le parece estar todas vestidas de admirable hermosura natural, derivada y comunicada de aquella infinita hermosura sobrenatural de la figura de Dios, cuyo mirar viste de hermosura y alegría el mundo y todos los cielos, así como también con abrir su mano, según dice David (Sal. 144, 16), diciendo: Imples omne animal benedictione, es a saber: Hinches a todo animal de bendición.

§ 13.3

Y es de notar que, así como en el arca de Noé, según dice la divina Escritura (Gn. 6, 14 ss.), había muchas mansiones para muchas diferencias de animales, y todos los manjares que se podían comer, así el alma en este vuelo que hace a esta divina arca del pecho de Dios, no sólo echa de ver en ella las muchas mansiones que Su Majestad dijo por san Juan (Jn 14, 2) que había en la casa de su Padre, mas ve y conoce haber allí todos los manjares, esto es, todas las grandezas que puede gustar el alma, que son todas las cosas que se contienen en las dos sobredichas canciones, significadas por aquellos vocablos comunes; las cuales en sustancia son las que se siguen.

§ 13.26

Lo cual es casi lo mismo que la música callada, porque, aunque aquella música es callada cuanto a los sentidos y potencias naturales, es soledad muy sonora para las potencias espirituales; porque, estando ellas solas y vacías de todas las formas y aprehensiones naturales, pueden recibir bien el sonido espiritual sonorísimamente en el espíritu de la excelencia de Dios en sí y en sus criaturas, según aquello que dijimos arriba haber visto san Juan en espíritu en el Apocalipsis (Ap 14, 2), conviene a saber: Voz de muchos citaredos que citarizaban en sus cítaras; lo cual fue en espíritu, y no de citaras materiales, sino cierto conocimiento de las alabanzas de los bienaventurados que cada uno en su manera de gloria hace a Dios continuamente; lo cual es como música, porque así como cada uno posee diferentemente sus dones, así cada uno canta su alabanza diferentemente, y todos en una concordancia de amor bien así como música.

§ 16.10

Este no saber da a entender en los Cantares (Ct 6, 11 ) la esposa, donde, después de haber dicho la unión y junta de ella y su Amado, dice esta palabra: Nescivi: No supe, o ignoré.

§ 19.1

Y no sólo eso, mas antes ella misma lo confiesa en esta canción, y se precia y gloría de haber dado en tales cosas y perdídose al mundo y a sí misma por su Amado.

§ 19.3

Y por tanto, el alma, con ánimo de amor, antes se precia de que se vea, para gloria de su Amado, haber ella hecho una tal obra por él, que se ha ya perdido a todas las cosas del mundo, y por eso dice: Diréis que me he perdido.

§ 21.6

Y por eso el alma en la dicha canción hace relación de estas dos cosas, como agradeciendo al Amado y regraciando tan gran merced, y también para gozarse ella y deleitarse en haber sido tan dichosa que haya caído en gracia a su Amado.

§ 22.1

Atribuyéndolo todo a él y regraciándoselo juntamente, le dice que la causa de prendarse él del cabello de su amor y llagarse del ojo de su fe, fue por haber él héchola merced de mirarla con amor, en lo cual la hizo graciosa y agradable a sí mismo; y que, por esa gracia y valor que de él recibió, mereció su amor, y tener valor ella en sí para adorar agradablemente a su Amado y hacer obras dignas de su gracia y amor.

§ 25.6

Y no sólo cuando estas flores están abiertas se echa de ver esto en estas santas almas, pero ordinariamente traen en sí un no sé qué de grandeza y dignidad que causa detenimiento y respeto a los demás por el efecto sobrenatural que se difunde en el sujeto de la próxima y familiar comunicación con Dios, cual se escribe en el Exodo (Ex 34, 30) de Moisés, que no podían mirar en su rostro por la gloria y honra que quedaba en su persona por haber tratado cara a cara con Dios.

§ 26.1

Y dice dos cosas: la una es decir cómo ya, después de haber salido victoriosa, ha llegado a este estado deleitoso del matrimonio espiritual, que él y ella tanto habían deseado; y la segunda es contar las propiedades del dicho estado, de las cuales el alma goza ya en él, como son: reposar a su sabor y tener el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado, según ahora iremos declarando.

§ 26.2

Y, allende de esto, después cuenta haber recibido grandes comunicaciones y muchas visitas de su Amado, en que se ha ido perfeccionando y enterando en el amor de él; tanto que, pasando de todas las cosas y de sí misma, se entregó a él por unión de amor en desposorio espiritual, en que como ya desposada, ha recibido del Esposo grandes dones y joyas, como ha cantado desde la canción, donde se hizo este divino desposorio, que dice: Apártalos, Amado, de cuyas propiedades ha ido tratando hasta aquí, donde el Esposo hace mención de él, y por eso se trata aquí de sus propiedades en ésta, hasta ésta de ahora que comienza: Entrado se ha la Esposa, donde restaba ya hacer el Esposo mención del dicho matrimonio espiritual entre la dicha alma y el Hijo de Dios, Esposo suyo, el cual es mucho más que el desposorio, porque es una transformación total en el Amado, en que se entregan ambas las partes por total posesión de la una a la otra en consumada unión de amor, cual se puede en esta vida, en que está el alma hecha divina y Dios por participación, en cuanto se puede en esta vida.

§ 26.3

A este huerto de llena transformación (el cual es ya gozo y deleite y gloria de matrimonio espiritual) no se viene sin pasar primero por el desposorio espiritual y por el amor leal y común de desposados; porque, después de haber sido el alma algún tiempo esposa en entero y suave amor con el Hijo de Dios, después la llama Dios y la mete en este huerto suyo florido a consumar este estado felicisímo del matrimonio consigo, en que se hace tal junta de las dos naturalezas y tal comunicación de la divina a la humana, que, no mudando alguna de ellas su ser, cada una parece Dios, aunque en esta vida no puede ser perfectamente, aunque es sobre todo lo que se puede decir y pensar.

§ 28.2

A las cuales dice el Esposo que las conjura por las amenas liras, etc., esto es, que pues ya la suavidad y deleite del alma es tan abundante y frecuente y fuerte que ellas no lo podían impedir, como antes solían, por no haber llegado a tanto que cesen sus inquietos vuelos, ímpetus y excesos.

§ 31.3

Porque así como la paloma que salió del arca de Noé se volvió a ella con un ramo de oliva en el pico en señal de misericordia de Dios en la cesación de las aguas sobre la tierra, que por el diluvio estaba anegada (Gn. 8, 11), así esta tal alma que salió del arca de la omnipotencia de Dios, que fue cuando la crió, habiendo andado por las aguas del diluvio de los pecados imperfecciones y penas y trabajos de esta vida, vuelve al arca del pecho de su Criador con el ramo de oliva, que es la clemencia y misericordia que Dios ha usado con ella en haberla traído a tan alto estado de perfección, y haber hecho cesar en la tierra de su alma las aguas de los pecados, y dádola victoria contra toda la guerra y batería de los enemigos, que esto la habían siempre procurado impedir; y así, el ramo significa victoria de los enemigos y aún premio de los merecimientos.

§ 32.1

Y también muestra holgarse de que esa soledad que ya tiene el alma haya sido disposición para que el alma sea ya de veras guiada y movida por el Esposo, la cual antes no podía ser, por no haber ella puesto su nido en soledad, esto es, alcanzado hábito perfecto y quietud de soledad, en la cual es ya movida y guiada a las cosas divinas del Espíritu de Dios.

§ 34.1

Y así, dice la esposa en esta canción que, después de haber entrado más adentro en esta sabiduría y trabajos, irán a conocer los subidos misterios de Dios y hombre, que están más subidos en sabiduría, escondidos en Dios, y que allí se entrarán, engolfándose el alma e infundiéndose en ellos, y gozarán y gustarán de ellos y de las virtudes y atributos de Dios que por ellos se descubren en Dios, como son justicia, misericordia, sabiduría. etc.

§ 35.4

Y esto no acaece así sin haber Dios dado al alma en el dicho estado de transformación gran pureza, tal cual fue la del estado de la inocencia o limpieza bautismal; la cual aquí también dice el alma que la había de dar luego el Esposo en la misma transformación de amor, diciendo:

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico espiritual B

§ 0

Y así espero que, aunque se escriban aquí algunos puntos de teología escolástica acerca del trato interior del alma con su Dios, no será en vano haber hablado algo a lo puro del espíritu en tal manera; pues, aunque a Vuestra Reverencia le falle el ejercicio de teología escolástica, con que se entienden las verdades divinas, no le falla el de la mística, que se sabe por amor, en que no solamente se saben, mas juntamente se gustan.

§ 0

Cayendo el alma en la cuenta de lo que está obligada a hacer, viendo que la vida es breve (Job 14, 5), la senda de la vida eterna estrecha (Mt. 7, 14), que el justo apenas se salva (1 Pe. 4, 18), que las cosas del mundo son vanas y engañosas, que todo se acaba y falta como el agua que corre (2 Re. 14, 14), el tiempo incierto, la cuenta estrecha, la perdición muy fácil, la salvación muy dificultosa; conociendo, por otra parte, la gran deuda que a Dios debe en haberle criado solamente para sí, por lo cual le debe el servicio de toda su vida, y en haberla redimido solamente por sí mismo, por lo cual le debe todo el resto y respondencia del amor de su voluntad, y otros mil beneficios en que se conoce obligada a Dios desde antes que naciese; y que gran parte de su vida se ha ido en el aire; y que de todo esto ha de haber cuenta y razón, así de lo primero como de lo postrero, hasta el último cuadrante (Mt. 5, 26), cuando escudriñará Dios a Jerusalén con candelas encendidas (Sof. 1, 12), y que ya es tarde y por ventura lo postrero del día (Mt. 20, 6); para remediar tanto mal y daño, mayormente sintiendo a Dios muy enojado y escondido por haberse ella querido olvidar tanto de él entre las criaturas, tocada ella de pavor y dolor de corazón interior sobre tanta perdición y peligro, renunciando a todas las cosas, dando de mano a todo negocio, sin dilatar un día ni una hora, con ansia y gemido salido del corazón herido ya del amor de Dios, comienza a invocar a su Amado y dice:

§ 1.20

En las heridas de amor no puede haber medicina sino de parte del que hirió, y por eso esta herida alma salió en la fuerza del fuego que causó la herida tras de su Amado que la había herido, clamando a él para que la sanase.

§ 3.2

Y, después de haber pasado algunos trabajos, dice (3, 4) que le halló.

§ 3.7

Y es principalmente en tres maneras: la primera, que le ha de faltar el favor del mundo, perder los amigos, el crédito, valor y aun la hacienda; la segunda, que es otra fiera no menor, que cómo ha de poder sufrir no haber ya jamás de tener contentos ni deleites del mundo y carecer de todos los regalos de él; y la tercera es aún mayor, conviene a saber, que se han de levantar contra ella las lenguas, y han de hacer burla y ha de haber muchos dichos y mofas, y la han de tener en poco.

§ 3.7

Y es principalmente en tres maneras: la primera, que le ha de faltar el favor del mundo, perder los amigos, el crédito, valor y aun la hacienda; la segunda, que es otra fiera no menor, que cómo ha de poder sufrir no haber ya jamás de tener contentos ni deleites del mundo y carecer de todos los regalos de él; y la tercera es aún mayor, conviene a saber, que se han de levantar contra ella las lenguas, y han de hacer burla y ha de haber muchos dichos y mofas, y la han de tener en poco.

§ 6.1

Pero, demás de esto todo, hablando ahora según el sentido y afecto de la contemplación, es de saber que en la viva contemplación y conocimiento de las criaturas echa de ver el alma haber en ellas tanta abundancia de gracias y virtudes y hermosura de que Dios las dotó, que le parece estar todas vestidas de admirable hermosura y virtud natural, sobrederivada y comunicada de aquella infinita hermosura sobrenatural de la figura de Dios, cuyo mirar viste de hermosura y alegría el mundo y a todos los cielos; así como también con abrir su mano, como dice David (Sal. 144, 16), llena todo animal de bendición.

§ 10.1

De donde esta alma, por haber llegado a esta dolencia de amor de Dios, tiene estas tres propiedades, es a saber: que en todas las cosas que se le ofrecen y trata siempre tiene presente aquel ¡ay! de su salud, que es su amado; y así, aunque por no poder más ande en ellas, en él tiene siempre el corazón.

§ 11.3

Para declaración de esto es de saber que tres maneras de presencias puede haber de Dios en el alma.

§ 14.26

Lo cual es casi lo mismo que la música callada, porque, aunque aquella música es callada cuanto a los sentidos y potencias naturales, es soledad muy sonora para las potencias espirituales; porque, estando ellas solas y vacías de todas las formas y aprehensiones naturales, pueden recibir bien el sentido espiritual sonorísimamente en el espíritu de la excelencia de Dios en sí y en sus criaturas, según aquello que dijimos arriba haber visto san Juan en espíritu en el Apocalipsis (14, 2), conviene a saber: Voz de muchos citaredos que citarizaban en sus cítaras; lo cual fue en espíritu y no de cítaras materiales, sino cierto conocimiento de las alabanzas de los bienaventurados que cada uno, en su manera de gloria, hace a Dios continuamente; lo cual es como música, porque, así como cada uno posee diferentemente sus dones, así cada uno canta su alabanza diferentemente y todos en una concordancia de amor, bien así como música.

§ 16.7

Y no sólo cuando estas flores están abiertas se echa de ver esto en estas santas almas, pero ordinariamente traen en sí un no sé qué de grandeza y dignidad, que causa detenimiento y respeto a los demás, por el efecto sobrenatural que se difunde en el sujeto de la próxima y familiar comunicación con Dios, cual se escribe en el Exodo (34, 30) de Moisés, que no podían mirar en su rostro por la honra y gloria que le quedaba, por haber tratado cara a cara con Dios.

§ 17.8

Pues no solamente el alma dice aquí que éstos no toquen al alma, pero, aun las advertencias que no hacen a la quietud y bien de que goza, no ha de haber.

§ 19.5

A las cuales dice el Esposo que las conjura por las amenas liras, etc.; esto es, que pues ya la suavidad y deleite del alma es tan abundante y frecuente que ellas no lo podrán impedir (como antes solían) por no haber llegado a tanto, que cesen sus inquietos vuelos, ímpetus y excesos.

§ 19.13

La razón es porque siempre las gusta de nuevo, por ser su bien siempre nuevo; y así le parece que recibe siempre novedades, sin haber menester recibirlas.

§ 20.2

La una es decir cómo ya, después de haber salido victoriosa, ha llegado a este estado deleitoso del matrimonio espiritual, que él y ella tanto habían deseado.

§ 20.5

A este huerto de llena transformación (el cual es ya gozo y deleite y gloria de matrimonio espiritual) no se viene sin pasar primero por el desposorio espiritual y por el amor leal y común de desposados; porque, después de haber sido el alma algún tiempo Esposa en entero y suave amor con el Hijo de Dios, después la llama Dios y la mete en este huerto florido suyo a consumar este estado felicísimo del matrimonio consigo, en que se hace tal junta de las dos naturalezas y tal comunicación de la divina a la humana, que, no mudando alguna de ellas su ser, cada una parece Dios, aunque en esta vida no puede ser perfectamente; aunque es sobre todo lo que se puede decir y pensar.

§ 27.5

Y no sólo eso, mas antes ella misma lo confiesa en esta canción, y se precia y gloría de haber dado en tales cosas y perdídose al mundo y a sí misma por su Amado.

§ 27.7

Y por tanto, el alma con ánimo de amor, antes se precia de que se vea para gloria de su Amado haber ella hecho una tal obra por él, que se haya perdido a todas las cosas del mundo, y por eso dice: Diréis que me he perdido.

§ 28.11

Que por eso, cuando la Esposa estaba flaca y enferma de amor en los Cantares, por no haber llegado a unir y entretejer estas flores y esmeraldas en el cabello de su amor, deseando ella fortalecerse con la dicha unión y junta de ellas, la pedía por estas palabras (2, 5), diciendo: Fortalecedme con flores, apretadme con manzanas, porque estoy desfallecida de amor, entendiendo por las flores las virtudes, y por las manzanas, los demás dones.

§ 29.8

8. ¡Oh cosa digna de toda acepción y gozo, quedar Dios preso en un cabello! La causa de esta prisión tan preciosa es el haber Dios querido pararse a mirar el vuelo del cabello, como dicen los versos antecedentes; porque, como habemos dicho, el mirar de Dios es amar; porque, si él por su gran misericordia no nos mirara y amara primero, como dice san Juan (1 Jn 4, 10), y se abajara, ninguna presa hiciera en él el vuelo del cabello de nuestro bajo amor, porque no tenía él tan alto vuelo que llegase a prender a esta divina ave de las alturas; mas porque ella se bajó a mirarnos y a provocar el vuelo y levantarlo de nuestro amor, dándole valor y fuerza para ello, por eso él mismo se prendó en el vuelo del cabello, esto es, él mismo se pagó y se agradó, por lo cual se prendó.

§ 31.2

De donde, viendo que de su parte ninguna razón hay ni la puede haber para que Dios la mirase y engrandeciese, sino sólo de parte de Dios, y ésta es su bella gracia y mera voluntad, atribuyéndose a sí su miseria y al Amado todos los bienes que posee, viendo que por ellos ya merece lo que no merecía, toma ánimo y osadía para pedirle la continuación de la divina unión espiritual, en la cual se le vayan multiplicando las mercedes; todo lo cual da ella a entender en la siguiente canción.

§ 32.5

Todas estas propiedades tiene el alma, y es necesario que las tenga para haber de llegar a esta unión y junta del Esposo Hijo de Dios.

§ 35.2

Y así, dice la Esposa en esta canción que, después de haber entrado más adentro en la Sabiduría divina, esto es más adentro del matrimonio espiritual que ahora posee, que será en la gloria viendo a Dios cara a cara, unida el alma con esta Sabiduría divina que es el Hijo de Dios, conocerá el alma los subidos misterios de Dios y hombre, que están muy subidos en sabiduría, escondidos en Dios y que en la noticia de ellos se entrarán, engolfándose e infundiéndose el alma en ellos, y gustarán ella y el Esposo el sabor y deleite que causa el conocimiento de ellos y de las virtudes y atributos de Dios, que por los dichos misterios se conocen en Dios, como son justicia, misericordia, sabiduría, potencia, caridad, etc.

§ 35.4

Porque, aun a lo que en esta vida se puede alcanzar de estos misterios de Cristo, no se puede llegar sin haber padecido mucho y recibido muchas mercedes intelectuales y sensitivas de Dios y habiendo precedido mucho ejercicio espiritual, porque todas estas mercedes son más bajas que la sabiduría de los misterios de Cristo, porque todas son como disposiciones para venir a ella.

§ 35.7

Que, por haber en la sabiduría de Dios tan innumerables juicios y misterios, dijo la Esposa al Esposo en los Cantares (5, 14): Tu vientre es de marfil, distinto en zafiros; por los cuales zafiros son significados los dichos misterios y juicios de la divina Sabiduría (que allí es significada por el vientre), porque zafiro es una piedra preciosa de color de cielo cuando está claro y sereno.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico espiritual CA

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cautelas

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Dichos de luz y amor

§ 77.

Pues que en la hora de la cuenta te ha de pesar de no haber empleado este tiempo en servicio de Dios, ¿por qué no le ordenas y empleas ahora como lo querrías haber hecho cuando te estés muriendo?

§ 77.

Pues que en la hora de la cuenta te ha de pesar de no haber empleado este tiempo en servicio de Dios, ¿por qué no le ordenas y empleas ahora como lo querrías haber hecho cuando te estés muriendo?

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Epistolario

§ 8

El no haber escrito no ha sido falta de voluntad, porque de veras deseo su gran bien, sino parecerme que harto esta ya dicho y escrito para obrar lo que importa; y que lo que falta, si algo falta, no es el escribir o el hablar, que esto antes ordinariamente sobra, sino el callar y obrar.

§ 18

Pero que, si los Ordinarios de allá no se contentan con eso, que no parece tienen la bastante suficiencia que manda el Concilio; y que sería trabajo haber de traer por acá a ordenar o enseñar.

§ 20

Acerca del obrar, la falta que puede haber del recto y solitario fin, sin respeto alguno, que es solo Dios.

§ 21

La causa de no haber escrito en todo ese tiempo que dice, más es haber estado tan a trasmano, como es Segovia, que poca voluntad, porque ésta siempre se es una misma, y espero en Dios lo será.

§ 21

La causa de no haber escrito en todo ese tiempo que dice, más es haber estado tan a trasmano, como es Segovia, que poca voluntad, porque ésta siempre se es una misma, y espero en Dios lo será.

§ 25

De no haber sucedido las cosas como ella deseaba, antes debe consolarse y dar muchas gracias a Dios, pues, habiendo Su Majestad ordenádolo así, es lo que a todos más nos conviene; sólo resta aplicar a ello la voluntad, para que, así como es verdad, nos lo parezca; porque las cosas que no dan gusto, por buenas y convenientes que sean, parecen malas y adversas, y ésta vese bien que no lo es, ni para mí ni para ninguno: pues que para mí es muy próspera, por cuanto con la libertad y descargo de almas puedo, si quiero, mediante el divino favor, gozar de la paz, de la soledad y del fruto deleitable del olvido de sí, y de todas las cosas; y a los demás también les está bien tenerme aparte, pues así estarán libres de las faltas que habían de hacer a cuenta de mi miseria.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Grados de Perfecciòn

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    La Subida del Monte Carmelo

§ 0

Para haber de declarar y dar a entender esta noche oscura por la cual pasa el alma para llegar a la divina luz de la unión perfecta del amor de Dios, cual se puede en esta vida, era menester otra mayor luz de ciencia y experiencia que la mía; porque son tantas y tan profundas las tinieblas y trabajos, así espirituales como temporales, por que ordinariamente suelen pasar las dichosas almas para poder llegar a este alto estado de perfección, que ni basta ciencia humana para lo saber entender, ni experiencia para lo saber decir; porque sólo el que por ello pasa sabrá sentir, mas no decir.

§ 0

Y ya que, en fin, Nuestro Señor las favorezca tanto, que sin eso y sin esotro las haga pasar, llegan muy tarde y con más trabajo y con menos merecimiento, por no haber acomodádose ellas a Dios, dejándose poner libremente en el puro y cierto camino de la unión.

§ 0

Porque acaecerá que lleve Dios a una alma por un altísimo camino de oscura contemplación y sequedad, en que a ella le parece que va perdida, y que, estando así, llena de oscuridad y trabajos, aprietos y tentaciones, encuentre quien le diga, como los consoladores de Job (2, 11­13) o que es melancolía, o desconsuelo, o condición, o que podrá ser alguna malicia oculta suya, y que por eso la ha dejado Dios; y así, luego suelen juzgar que aquella alma debe de haber sido muy mala, pues tales cosas pasan por ella.

§ 0

De esto habemos de tratar adelante con el favor divino, y de cómo se ha de haber el alma entonces y el confesor con ella, y qué indicios habrá para conocer si aquella es la purgación del alma, y, si lo es, si es del sentido o del espíritu, lo cual es la noche oscura que decimos, y cómo se podrá conocer si es melancolía u otra imperfección acerca del sentido o del espíritu.

§ 0

Porque podrá haber algunas almas que pensarán, ellas o sus confesores, que las lleva Dios por este camino de la noche oscura de purgación espiritual, y no será, por ventura, sino alguna imperfección de las dichas; y porque hay también muchas almas que piensan no tienen oración, y tienen muy mucha; y otras, que tienen mucha, y es poco más que nada.

§ 1.2

Declara qué noche oscura sea esta por que el alma dice haber pasado a la unión.

§ 1.4.6

Por tanto, el alma que se enamora de mayorías, o de otros tales oficios, y de las libertades de su apetito, delante de Dios es tenido y tratado no como hijo, sino como bajo esclavo y cautivo, por no haber querido él tomar su santa doctrina, en que nos enseña que el que quisiere ser mayor sea menor, y el que quisiere ser menor sea el mayor (Lc. 22, 26).

§ 1.5.7

En las cuales tres cosas se da a entender a toda alma que quiere subir a este monte a hacer de sí mismo altar en él, en que ofrezca a Dios sacrificio de amor puro y alabanza y reverencia pura, que, primero que suba a la cumbre del monte, ha de haber perfectamente hecho las dichas tres cosas.

§ 1.9.3

Tanto, que, si hubiésemos de hablar de propósito de la fea y sucia figura que al alma los apetitos pueden poner, no hallaríamos cosa, por llena de telarañas y sabandijas que esté, ni fealdad de cuerpo muerto, ni otra cosa cualquiera inmunda y sucia cuanto en esta vida la puede haber y se puede imaginar, a que la pudiésemos comparar.

§ 1.11.1

Parece que ha mucho que el lector desea preguntar que si es de fuerza que, para llegar a este alto estado de perfección, ha de haber precedido mortificación total en todos los apetitos, chicos y grandes, y que si bastará mortificar algunos de ellos y dejar otros, a lo menos aquellos que parecen de poco momento; porque parece cosa recia y muy dificultosa poder llegar el alma a tanta pureza y desnudez, que no tenga voluntad y afición a ninguna cosa.

§ 1.11.3

Digo no mortificando el tal hábito, porque algunos actos, a veces, de diferentes apetitos, aún no hacen tanto cuando los hábitos están mortificados; aunque también éstos ha de venir a no los haber, porque también proceden de hábito de imperfección; pero algunos hábitos de voluntarias imperfecciones, en que nunca acaban de vencerse, éstos no solamente impiden la divina unión, pero el ir adelante en la perfección.

§ 1.15.1

Porque el alma, después del primer pecado original, verdaderamente está como cautiva en este cuerpo mortal, sujeta a las pasiones y apetitos naturales, del cerco y sujeción de los cuales tiene ella por dichosa ventura haber salido sin ser notada, esto es, sin ser de ninguno de ellos impedida ni comprehendida.

§ 2.5.2

Ahora sólo trato de esta unión total y permanente según la sustancia del alma y sus potencias en cuanto al hábito oscuro de unión; porque en cuanto al acto, después diremos, con el favor divino, cómo no puede haber unión permanente en las potencias en esta vida, sino transeúnte.

§ 2.5.3

Y así, cuando hablamos de unión del alma con Dios, no hablamos de esta sustancial, que siempre está hecha, sino de la unión y transformación del alma con Dios, que no está siempre hecha, sino sólo cuando viene a haber semejanza de amor.

§ 2.5.8

De aquí queda ahora más claro que la disposición para esta unión, como decíamos, no es el entender del alma, ni gustar, ni sentir, ni imaginar de Dios ni de otra cualquiera cosa, sino la pureza y amor, que es desnudez y resignación perfecta de lo uno y de lo otro sólo por Dios; y cómo no puede haber perfecta transformación si no hay perfecta pureza; y cómo según la proporción de la pureza será la ilustración, iluminación y unión del alma con Dios, en más o en menos; aunque no será perfecta, como digo, si del todo no está perfecta, y clara y limpia.

§ 2.5.10

Porque, aunque es verdad que un alma, según su poca o mucha capacidad, puede haber llegado a unión, pero no en igual grado todas, porque esto es como el Señor quiere dar a cada una.

§ 2.7.1

Para haber ahora de tratar de la desnudez y pureza de las tres potencias del alma, era necesario otro mayor saber y espíritu que el mío, con que pudiese bien dar a entender a los espirituales cuán angosto sea este camino que dijo nuestro Salvador que guía a la vida, para que, persuadidos en esto, no se maravillen del vacío y desnudez en que en esta noche habemos de dejar las potencias del alma.

§ 2.9.5

Resta, pues, ahora declarar en particular, de todas las inteligencias y aprehensiones que puede recibir el entendimiento, el impedimento y daño que puede recibir en este camino de fe, y cómo se ha de haber el alma en ellas para que antes le sean provechosas que dañosas, así de las que son de parte de los sentidos como las que son del espíritu.

§ 2.10.1

Para haber de tratar en particular del provecho y daño que pueden hacer al alma, acerca de este medio que habemos dicho de fe para la divina unión, las noticias y aprehensiones del entendimiento, es necesario poner aquí una distinción de todas las aprehensiones, así naturales como sobrenaturales, que puede recibir, para que luego por su orden más distintamente vayamos enderezando en ellas al entendimiento en la noche y oscuridad de la fe; lo cual será con la brevedad que pudiéremos.

§ 2.11

Del impedimento y daño que puede haber en las aprehensiones del entendimiento por vía de lo que sobrenaturalmente se representa a los sentidos corporales exteriores y cómo el alma se ha de haber en ellas.

§ 2.11

Del impedimento y daño que puede haber en las aprehensiones del entendimiento por vía de lo que sobrenaturalmente se representa a los sentidos corporales exteriores y cómo el alma se ha de haber en ellas.

§ 2.13

En que se ponen las señales que ha de haber en si el espiritual por las cuales se conozca en qué tiempo le conviene dejar la meditación y discurso y pasar al estado de contemplación.

§ 2.13.1

Para lo cual diremos aquí algunas señales y muestras que ha de haber en sí el espiritual, en que conozca si convendrá dejarlas o no en aquel tiempo.

§ 2.14.1

Acerca de la primera señal que decimos, es de saber, que haber el espiritual (para entrar en la vía del espíritu, que es la contemplativa) de dejar la vía imaginaria y de meditación sensible cuando ya no gusta (de) ella ni puede discurrir, es por dos cosas que casi se encierran en una:

§ 2.14.2

Lo cual también Dios suele hacer en muchas almas sin medio de estos actos, a lo menos sin haber precedido muchos, poniéndolas luego en contemplación.

§ 2.14.7

Es, pues, necesaria esta noticia para haber de dejar la vía de meditación y discurso.

§ 2.14.10

Mas, cuando esta luz divina no embiste con tanta fuerza en el alma, ni siente tiniebla, ni ve luz, ni aprehende nada que ella sepa, de acá ni de allá; y, por tanto, se queda el alma a veces como en un olvido grande, que ni supo dónde se estaba, ni qué se había hecho, ni le parece haber pasado por ella tiempo.

§ 2.14.13

Esto baste ahora para entender cómo le conviene al alma estar empleada en esta noticia para haber de dejar la vía del discurso espiritual y para asegurarse que, aunque no le parezca que hace nada el alma, está bien empleada, si se ve con las dichas señales, y para que también se entienda, por la comparación que habemos dicho, cómo, no porque esta luz se represente al entendimiento más comprehensible y palpable, como hace el rayo del sol al ojo cuando está lleno de átomos, por eso la ha de tener el alma por más pura, subida y clara; pues está claro que, según dice Aristóteles y los teólogos, cuanto más alta es la luz divina y más subida, más oscura es para nuestro entendimiento.

§ 2.14.14

Por lo cual me parece también (para concluir con esta parte) dejar respondido a una duda que puede haber acerca de la continuación de esta noticia, y será brevemente en el siguiente capítulo.

§ 2.15.1

Podría acerca de lo dicho haber una duda, y es si los aprovechantes, que es a los que Dios comienza a poner en esta noticia sobrenatural de contemplación de que habemos hablado, por el mismo caso que la comienzan a tener, no hayan ya para siempre de aprovecharse de la vía de meditación y discurso y formas naturales.

§ 2.16.9

En lo cual se da a entender claro que en este alto estado de unión que vamos hablando, no se comunica Dios al alma mediante algún disfraz de visión imaginaria, o semejanza, o figura, ni la ha de haber; sino que boca a boca, esto es, esencia pura y desnuda de Dios, que es la boca de Dios en amor, con esencia pura y desnuda del alma, que es la boca del alma en amor de Dios.

§ 2.17.5

De donde, cuando llegare perfectamente al trato con Dios de espíritu, necesariamente ha de haber evacuado todo lo que acerca de Dios podía caer en sentido (cf. 1 Cor. 13, 10), así como cuanto más una cosa se va arrimando más a un extremo, más se va alejando y enajenando del otro, y cuando perfectamente se arrimare, perfectamente se habrá también apartado del otro extremo.

§ 2.18.1

Aunque en sustancia queda dicho lo que hace al caso para dar a entender al espiritual cómo se ha de haber acerca de las dichas visiones, y al maestro que le gobierna el modo que ha de tener con el discípulo, no será demasiado particularizar más un poco esta doctrina y dar más luz del daño que se puede seguir, así a las almas espirituales como a los maestros que las gobiernan, si son muy crédulos a ellas, aunque sean de parte de Dios.

§ 2.19.2

Y si entonces obrara según él entendía la profecía, pudiera errar mucho, pues no era de aquel tiempo (y) los que le vieran morir sin dársela, habiéndole oído decir que Dios se la había de dar, quedaran confusos y creyendo haber sido falso.

§ 2.19.5

Y así, el que se atare a la letra, o locución, o forma, o figura aprehensible de la visión, no podrá dejar de errar mucho y hallarse después muy corto y confuso, por haber guiádose según el sentido en ellas y no dado lugar al espíritu en desnudez del sentido.

§ 2.19.6

Por lo cual, muchos de los hijos de Israel, porque entendían muy a la letra los dichos y profecías de los profetas, no les salían como ellos esperaban, y así las venían a tener en poco y no las creían; tanto, que vino a haber entre ellos un dicho público, casi ya como proverbio, escarneciendo de los profetas.

§ 2.19.7

Y eslo tanto, que aun el mismo Jeremías, con ser profeta de Dios, viendo los conceptos de las palabras de Dios tan diferentes del común sentido de los hombres, parece que también alucina él en ellos y que vuelve por el pueblo diciendo (4, 10): Heu, heu, heu, Domine Deus, ergone decepisti populum istum et Ierusalem, dicens: Pax erit vobis, et ecce pervenit gladius usque ad animam?; que quiere decir: ¡Ay, ay, ay, Señor Dios!, ¿por ventura has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: Paz vendrá sobre vosotros, y ves aquí ha venido cuchillo hasta el ánima? Y era que la paz que les prometía Dios era la que había de haber entre Dios y el hombre por medio del Mesías que les había de enviar, y ellos entendían de la paz temporal.

§ 2.20.2

Esto vemos haber acaecido en la ciudad de Nínive de parte de Dios, diciendo (Jon. 3, 4): Adhuc quadraginta diebus, et Ninive subvertetur; que quiere decir: De aquí a cuarenta días ha de ser asolada Nínive.

§ 2.21.10

Puede el demonio conocer esto, no sólo naturalmente, sino aun de experiencia que tiene de haber visto a Dios hacer cosas semejantes, y decirlo antes y acertar.

§ 2.21.12

Tanto, que, aunque sean muy persuadidos que no lo es, no hay remedio de desengañarse, por cuanto tienen ya por permisión de Dios, ingerido el espíritu de entender al revés; cual leemos (3 Re. 22, 22) haber acaecido a los profetas del rey Acab, dejándoles Dios engañar con el espíritu de mentira, dando licencia al demonio para ello, diciendo: Decipies, et praevalebis; egredere, et fac ita; que quiere decir: Prevalecerás con tu mentira y engañarlos has; sal y (hazlo) así.

§ 2.22.12

Si dormierint duo, fovebuntur mutuo: unus quomodo calefiet? et si quispiam praevaluerit contra unum, duo resistent ei; que quiere decir: ¡Ay del solo que cuando cayere no tiene quien le levante! Si dos durmieren juntos, calentarse ha el uno al otro, es a saber, con el calor de Dios, que está en medio; uno solo, ¿cómo calentará?; es a saber: ¿cómo dejará de estar frío en las cosas de Dios? Y, si alguno pudiere más y prevaleciere contra uno, esto es, el demonio, que puede y prevalece contra los que a solas se quieren haber en las cosas de Dios, dos juntos le resistirán, que son el discípulo y el maestro, que se juntan a saber y a hacer la verdad.

§ 2.22.12

Y hasta esto, ordinariamente se siente él solo tibio y flaco en ella, aunque más la hayan oído de Dios; tanto, que con haber mucho que san Pablo predicaba el Evangelio que dice él había oído, no de hombre, sino de Dios, no pudo acabar consigo de dejar de ir a conferirlo con san Pedro y los Apóstoles, diciendo (Gl. 2, 2): Ne forte in vanum currerem, aut cucurrissem, que quiere decir: No por ventura corriese en vano o hubiese corrido; no teniéndose por seguro hasta que le dio seguridad el hombre.

§ 2.22.14

Y así, no hay que asegurarse, porque, como leemos haber acaecido en los Actos de los Apóstoles que, con ser san Pedro príncipe de la Iglesia y que inmediatamente era enseñado de Dios, acerca de cierta ceremonia que usaba entre las gentes erraba, y callaba Dios; tanto, que le reprendió san Pablo, según él allí afirma diciendo: Cum vidissem, quod non recte ad veritatem Evangeli ambularent, dixi coram omnibus: Si tu iudaeus cum sis, gentiliter vivis, quomodo gentes cogis iudaizare?; que quiere decir: Como yo viese, dice san Pablo, que no andaban rectamente los discípulos según la verdad del Evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si siendo tú judío, como lo eres, vives gentílicamente, ¿cómo haces tal ficción que fuerzas a los gentiles a judaizar? (Gl. 2, 14).

§ 2.24.1

Las de las corpóreas son acerca de todas las cosas materiales que hay en el cielo y en la tierra, las cuales puede ver el alma aun estando en el cuerpo, mediante cierta lumbre sobrenatural derivada de Dios, en la cual puede ver todas las cosas ausentes, del cielo y de la tierra, según leemos haber visto san Juan en el capítulo 21 del Apocalipsis, donde cuenta la descripción y excelencia de la celestial Jerusalén, que vio en el cielo; y cual también se lee de san Benito, que en una visión espiritual vio todo el mundo.

§ 2.26

En que se trata de las inteligencias de verdades desnudas en el entendimiento; y dice cómo son en dos maneras y cómo se ha de haber el alma acerca de ellas.

§ 2.26.18

Todas estas noticias, ahora sean de Dios, ahora no, muy poco pueden servir al provecho del alma para ir a Dios si el alma se quisiese asir a ellas; antes, si no tuviese cuidado de negarlas en sí, no sólo la estorbarían, sino aun la dañarían harto y harían errar mucho; porque todos los peligros e inconvenientes que habemos dicho que puede haber en las aprehensiones sobrenaturales que habemos tratado hasta aquí y más puede haber en éstas.

§ 2.26.18

Todas estas noticias, ahora sean de Dios, ahora no, muy poco pueden servir al provecho del alma para ir a Dios si el alma se quisiese asir a ellas; antes, si no tuviese cuidado de negarlas en sí, no sólo la estorbarían, sino aun la dañarían harto y harían errar mucho; porque todos los peligros e inconvenientes que habemos dicho que puede haber en las aprehensiones sobrenaturales que habemos tratado hasta aquí y más puede haber en éstas.

§ 2.27.1

La segunda es acerca de lo que es Dios en sus obras, y en ésta se incluyen los demás artículos de nuestra fe católica y las proposiciones que explícitamente acerca de ellas puede haber de verdades.

§ 2.27.5

E importa tanto esto de allegarse los ojos cerrados a las profecías pasadas en cualquiera nueva revelación, que, con haber el apóstol san Pedro visto la gloria del Hijo de Dios en alguna manera en el monte Tabor, con todo, dijo en su canónica (2 Pe. 1, 19) estas palabras: Et habemus firmiorem propheticum sermonem: cui benefacitis attendentes, etc.; lo cual es como si dijera: Aunque es verdad la visión que vimos de Cristo en el monte, más firme y cierta es la palabra de la profecía que nos es revelada, a la cual arrimando vuestra alma, hacéis bien.

§ 2.28.1

Pues acerca de todo ello entiendo se dan bastantes avisos, luz y documentos para saberse haber prudentemente en todas las cosas del alma, exteriores e interiores, para pasar adelante.

§ 2.28.1

Y ésta es la causa por qué con tanta brevedad he concluido con las aprehensiones de profecías, así como en las demás he hecho, habiendo mucho más que decir en cada una según las diferencias y modos y maneras que en cada una suele haber, que entiendo no se podrían acabar de saber; contentándome con que, a mi ver, queda dicha la sustancia y la doctrina y cautela que conviene para ello y para todo lo a ello semejante que pudiese acaecer en el alma.

§ 2.29

Dícese la causa de ellas y el provecho y daño que puede haber en ellas.

§ 2.29.3

Y, aunque es verdad que en aquella comunicación e ilustración del entendimiento en ella de suyo no hay engaño, pero puédelo haber y haylo muchas veces en las formales palabras y razones que sobre ello forma el entendimiento; que, por cuanto aquella luz a veces que se le da es muy sutil y espiritual, de manera que el entendimiento (no) alcanza a informarse bien en ella, y él es el que, como decimos, forma las razones de suyo, de aquí es que muchas veces las forma falsas, otras verisímiles o defectuosas.

§ 2.30.3

Y esta repugnancia más ordinariamente se la deja cuando le manda cosas de mayoría o cosas en que puede haber alguna excelencia para el alma; y en las cosas de humildad y bajeza les pone más facilidad y prontitud.

§ 2.32

Dice la causa de ellos y en qué manera se ha de haber el alma para no impedir el camino de la unión de Dios en ellas.

§ 3

Dase doctrina cómo se ha de haber el alma acerca de las aprehensiones de estas dos potencias para venir a unirse con Dios, según las dichas dos potencias, en perfecta esperanza y caridad.

§ 3.11.1

De este cuarto daño no hay mucho que decir, por cuanto está ya declarado a cada paso en este 3º libro, en que habemos probado cómo, para que el alma se venga a unir con Dios en esperanza, ha de renunciar toda posesión de la memoria, pues que, para que la esperanza sea entera de Dios, nada ha de haber en la memoria que no sea Dios; y como, también habemos dicho, ninguna forma, ni figura, ni imagen, ni otra noticia que pueda caer en la memoria, sea Dios ni semejante a él, ahora celestial, ahora terrena, natural o sobrenatural, según enseña David (Sal. 85, 8), diciendo: Señor, en los dioses ninguno hay semejante a ti, de aquí es que, si la memoria quiere hacer alguna presa de algo de esto, se impide para Dios: lo uno, porque se embaraza, y lo otro, porque, mientras más tiene de posesión, tanto menos tiene de esperanza.

§ 3.13.1

Porque, dejado que naturalmente la tiene cuando está libre de imágenes y formas, está libre también del cuidado de si son buenas o malas, y de cómo se ha de haber en las unas y cómo en las otras, y el trabajo y tiempo que había de gastar en los maestros espirituales queriendo que se las averigüen si son buenas o malas o si de este género o del otro; lo cual no ha menester querer saber, pues de ninguna ha de hacer caso.

§ 3.13.3

De donde no es menester que la voluntad haga acto de admitirlas, porque, como también habemos dicho, si el alma entonces quiere obrar con sus potencias, antes con su operación baja natural impediría la sobrenatural que por medio de estas aprehensiones obra Dios entonces en ella, que sacase algún provecho de su ejercicio de obra, sino que, así como se le da al alma pasivamente el espíritu de aquellas aprehensiones imaginarias, así pasivamente se ha de haber en ellas el alma sin poner sus acciones interiores o exteriores en nada.

§ 3.13.3

Y esto es también no apagar el espíritu, porque apagarle hía si el alma se quisiese haber de otra manera que Dios la lleva.

§ 3.13.3

Lo cual haría si, dándole Dios el espíritu pasivamente, como hace en estas aprehensiones, ella entonces se quisiese haber en ellas activamente, obrando con el entendimiento o queriendo algo en ellas.

§ 3.14.1

Las noticias espirituales pusimos por tercer género de aprehensiones de la memoria, no porque ellas pertenezcan al sentido corporal de la fantasía como las demás (pues no tienen imagen y forma corporal), pero porque también caen debajo de reminiscencia y memoria espiritual, pues que, después de haber caído en el alma alguna de ellas, se puede, cuando quisiere, acordar de ella.

§ 3.14.2

Cuáles son estas noticias y cómo se haya de haber en ellas el alma para ir a la unión de Dios suficientemente está dicho en el capítulo 24 del libro segundo, donde las tratamos como aprehensiones del entendimiento.

§ 3.14.2

Sólo, lo que toca al propósito de cómo se ha de haber la memoria acerca de ellas para ir a la unión, digo que, como acabo de decir de las formas en el precedente capítulo, de cuyo género son también éstas que son de cosas criadas, cuando le hicieren buen efecto se puede acordar de ellas, no para quererlas retener en sí, sino para avivar el amor y noticia de Dios.

§ 3.15.1

Lo que ha de hacer, pues, para vivir en entera y pura esperanza de Dios, es que todas las veces que le ocurrieren noticias, formas e imágenes distintas, sin haber asiento en ellas, vuelva luego el alma a Dios en vacío de todo aquello memorable con afecto amoroso, no pensando ni mirando en aquellas cosas más de lo que le bastan las memorias de ellas para entender (y hacer) lo que es obligado, si ellas fueren de cosa tal.

§ 3.15.2

Porque acerca de la memoria y adoración y estimación de las imágenes, que naturalmente la Iglesia Católica nos propone, ningún engaño ni peligro puede haber, pues en ellas no se estima otra cosa sino lo que representan.

§ 3.16.1

Y para haber ahora de tratar de la noche y desnudez activa de esta potencia, para enterarla y formarla en esta virtud de la caridad de Dios, no hallé autoridad más conveniente que la que se escribe en el Deuteronomio, capítulo 6 (v. 5), donde dice Moisés: Amarás a tu Señor Dios de todo tu corazón, y de toda tu ánima, y de toda tu fortaleza.

§ 3.19.5

Y esto le nació de haber primero dado rienda al gozo; porque, dándole lugar, se vino a engrosar el alma en él, como dice allí, y aquella grosura de gozo y apetito le hizo dilatar y extender más la voluntad en las criaturas.

§ 3.20.2

Por lo cual el gozo anubla el juicio como niebla, porque no puede haber gozo voluntario de criatura sin propiedad voluntaria, así como no puede haber gozo en cuanto es pasión, que no haya también propiedad habitual en el corazón; y la negación y purgación de tal gozo deja al juicio claro, como al aire los vapores cuando se deshacen.

§ 3.20.2

Por lo cual el gozo anubla el juicio como niebla, porque no puede haber gozo voluntario de criatura sin propiedad voluntaria, así como no puede haber gozo en cuanto es pasión, que no haya también propiedad habitual en el corazón; y la negación y purgación de tal gozo deja al juicio claro, como al aire los vapores cuando se deshacen.

§ 3.22.2

Aunque no niego que puede haber muchas virtudes con hartas imperfecciones; mas con estos gozos no apagados, no puro ni sabroso espíritu interior, porque reina la carne, que milita contra el espíritu (Gl. 5, 17), y aunque no sienta daño el espíritu, por lo menos se le causa ocultamente distracción.

§ 3.24.4

Pero ha de haber mucho recato en esto, mirando los efectos que de ahí sacan; porque muchas veces muchos espirituales usan de las dichas recreaciones de sentidos con pretexto de oración y de darse a Dios, y es de manera que más se puede llamar recreación que oración y darse gusto a sí mismos más que a Dios; y la intención que tienen es para Dios, y el efecto que sacan es para la recreación sensitiva, en que sacan más flaqueza de imperfección que avivar la voluntad y entregarla a Dios.

§ 3.31.5

Y a tanto mal llega el gozo de éstos sobre estas obras, que no sólo (llega) a querer comprar los dones y gracias por dinero, como quería Simón Mago (Hch. 8, 18), para servir al demonio, pero aun procuran haber las cosas sagradas y aun (lo que no se puede decir sin temblar) las divinas, como ya se ha visto haber sido usurpado el tremendo Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo para uso de sus maldades y abominaciones. ¡Alargue y muestre Dios aquí su misericordia grande!

§ 3.31.5

Y a tanto mal llega el gozo de éstos sobre estas obras, que no sólo (llega) a querer comprar los dones y gracias por dinero, como quería Simón Mago (Hch. 8, 18), para servir al demonio, pero aun procuran haber las cosas sagradas y aun (lo que no se puede decir sin temblar) las divinas, como ya se ha visto haber sido usurpado el tremendo Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo para uso de sus maldades y abominaciones. ¡Alargue y muestre Dios aquí su misericordia grande!

§ 3.31.10

Lo cual se ve en haber reprendido Nuestro Señor a los discípulos por haberse gozado de que se les sujetaban los demonios (Lc. 10, 20); el cual gozo, si no fuera vano, no lo reprehendiera.

§ 3.34

Dice cómo se ha de haber la voluntad acerca del gozo de ellos.

§ 3.34.1

Mucho tuviéramos aquí que hacer con la multitud de las aprehensiones de la memoria y entendimiento, enseñando a la voluntad cómo se había de haber acerca del gozo que puede tener en ellas si no hubiéramos tratado (de ellas) largamente en el segundo y tercer libro.

§ 3.34.1

Y de la misma manera que queda dicho que la memoria y entendimiento se han de haber acerca de todas aquellas aprehensiones, se ha también de haber la voluntad; que, pues que el entendimiento y las demás potencias no pueden admitir ni negar nada sin que venga en ello la voluntad, claro está que la misma doctrina que sirve para lo uno servirá también para lo otro.

§ 3.34.1

Y de la misma manera que queda dicho que la memoria y entendimiento se han de haber acerca de todas aquellas aprehensiones, se ha también de haber la voluntad; que, pues que el entendimiento y las demás potencias no pueden admitir ni negar nada sin que venga en ello la voluntad, claro está que la misma doctrina que sirve para lo uno servirá también para lo otro.

§ 3.35.2

Y cuanto a lo que toca a las imágenes y retratos), puede haber mucha vanidad y gozo vano, porque, siendo ellas tan importantes para el culto divino y tan necesarias para mover la voluntad a devoción, como la aprobación y uso que tiene de ellas nuestra Madre la Iglesia (muestra), (por lo cual siempre conviene que nos aprovechemos de ellas para despertar nuestra tibieza), hay muchas personas que ponen su gozo más en la pintura y ornato de ellas que no en lo que representan.

§ 3.38.2

Que, aunque es verdad que todo ornato y atavío y reverencia que se puede hacer a las imágenes es muy poco, por lo cual los que las tienen con poca decencia y reverencia son dignos de mucha reprehensión, junto con los que hacen algunas tan mal talladas, que antes quitan la devoción que la añaden, por lo cual habían de impedir algunos oficiales que en esta arte son cortos y toscos, pero ¿qué tiene esto que ver con la propiedad y asimiento y apetito que tú tienes en estos ornatos y atavíos exteriores, cuando de tal manera te engolfan el sentido, que te impiden mucho el corazón de ir a Dios y amarle y olvidarte de todas las cosas por su amor? Que si a esto faltas por esotro, no sólo no te lo agradecerá, mas te castigará, por no haber buscado en todas las cosas su gusto más que el tuyo.

§ 3.42

De tres diferencias de lugares devotos y cómo se ha de haber acerca de ellos la voluntad.

§ 3.45.3

Y para que la doctrina pegue su fuerza, dos disposiciones ha de haber: una del que predica y otra del que oye; porque ordinariamente es el provecho como hay la disposición de parte del que enseña.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Llama de Amor Viva A

§ 1.1.24

Las dos primeras telas de necesidad se han de haber rompido para llegar a esta posesión de unión de Dios por amor, en que todas las cosas del mundo están negadas y renunciadas, y todos los apetitos y afectos naturales mortificados, y las operaciones del alma hechas divinas.

§ 2.1.8

Mas otra manera de cauterizar el alma suele haber también muy subida, y es en esta manera: acaecerá que, estando el alma inflamada en este amor, aunque no esté tan calificada como aquí habemos dicho (aunque harto conviene que lo esté para lo que aquí quiero decir), y es que acaecerá que el alma sienta embestir en ella un serafín con un dardo herbolado de amor encendidísimo, traspasando esta ascua encendida del alma, o, por mejor decir, aquella llama, y cauterizarla subidamente; y entonces, en este cauterizar traspasándola, apresúrase la llama y sube de punto con vehemencia, al modo que un encendido horno o fragua cuando le hornaguean y trabucan el fuego se afervora la llama y se aviva el fuego.

§ 2.1.14

Porque otra cosa es cuando del espíritu se deriva efecto de sentimiento en el sentido, porque en esto puede haber mucho espíritu, como en san Pablo, que, del gran sentimiento que tenía a los dolores de Cristo, le redundaba en el cuerpo, como él da a entender a los de Galacia (6, 17), diciendo: Yo en mi cuerpo traigo las heridas del Señor Jesús.

§ 2.1.24

Porque muchos servicios han de haber hecho a Dios, y mucha paciencia han de haber tenido por él y constancia, y muy aceptos han de ser delante de él en su vida a los que él ha de hacer tan señalada merced de tentarlos más adentro, como leemos del santo Tobías (Tob. 12, 13), a quien dijo san Rafael: Que, porque había sido acepto a Dios, le había hecho aquella merced de enviarle la tentación que le probase más, para darle más.

§ 2.1.24

Porque muchos servicios han de haber hecho a Dios, y mucha paciencia han de haber tenido por él y constancia, y muy aceptos han de ser delante de él en su vida a los que él ha de hacer tan señalada merced de tentarlos más adentro, como leemos del santo Tobías (Tob. 12, 13), a quien dijo san Rafael: Que, porque había sido acepto a Dios, le había hecho aquella merced de enviarle la tentación que le probase más, para darle más.

§ 2.1.27

Pues como el alma aquí se acuerda que se le pagan aquí muy bien todos sus pasados trabajos, porque ya sicut tenebrae eius, ita et lumen eius (Sal. 138, 12), y que, como fue participante de las tribulaciones, lo es ahora de las consolaciones; y que a todos los trabajos interiores y exteriores la hace muy bien respondido con bienes divinos del alma y del cuerpo, sin haber trabajo que no tenga su correspondencia de grande galardón, confiésalo como ya bien satisfecha en este su verso diciendo: Y toda deuda paga.

§ 3.1.45

No entendiendo, pues, éstos las almas que van ya en esta contemplación quieta y solitaria, por no haber ellos pasado ni aun quizá llegado, de un modo ordinario de discursos y actos, pensando, como he dicho, que están ociosas, porque el hombre animal, esto es, que no pasa del sentido animal de la parte sensitiva, no percibe las cosas que son de Dios, dice san Pablo (1 Cor. 2, 14), les turban la paz de la contemplación sosegada y quieta que de suyo les daba Dios, los hacen meditar y discurrir y hacer actos, no sin grande desgana y repugnancia y sequedad y distracción de las mismas almas, que se querrían estar en su quieto y pacífico recogimiento, y persuádenlas a que procuren jugos y hervores, como quiera que los habían de aconsejar lo contrario.

§ 3.1.53

Porque acaecerá que anda Dios ungiendo algunas almas con santos deseos y motivos de dejar el mundo y mudarlas vida y estado y servir a Dios, despreciando el siglo (lo cual tiene Dios en mucho haber llegado hasta allí, porque las cosas del siglo no son del corazón de Dios), y ellos allá con unas razones humanas o respetos harto contrarios a la doctrina de Cristo y su mortificación y desprecio de todas las cosas, estribando en su interés o en su gusto, o por temer donde no había que temer, se lo dilatan o se lo dificultan, o, lo que peor es, por quitárselo del corazón trabajan.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Llama de Amor Viva B

§ 0

De donde podemos decir que cuantos grados de amor de Dios el alma puede tener, tantos centros puede tener en Dios, uno más adentro que otro; porque el amor más fuerte es más unitivo, y de esta manera podemos entender las muchas mansiones que dijo el Hijo de Dios (Jn. 14, 2) haber en la casa de su Padre.

§ 0

Las dos primeras telas de necesidad se han de haber rompido para llegar a esta posesión de unión de Dios, en que todas las cosas del mundo están negadas y renunciadas, y todos los apetitos y afectos naturales mortificados, y las operaciones del alma de naturales ya hechas divinas.

§ 0

Pero otra manera de cauterizar al alma con forma intelectual suele haber muy subida y es en esta manera: acaecerá que, estando el alma inflamada en amor de Dios, aunque no esté tan calificada como aquí habemos dicho, (pero harto conviene que lo esté para lo que aquí quiero decir), que sienta embestir en ella un serafín con una flecha o dardo encendidísimo en fuego de amor, traspasando a esta alma que ya está encendida como ascua, o por mejor decir, como llama, y cauterízala subidamente; y entonces, con este cauterizar, transpasándola con aquella saeta; apresúrase la llama del alma y sube de punto con vehemencia, al modo que un encendido horno o fragua cuando le hornaguean o trabucan el fuego.

§ 0

Porque muchos servicios han de haber hecho a Dios, y mucha paciencia y constancia han de haber tenido por él, y muy aceptos han de haber sido delante de él en su vida y obras a los que él hace tan señalada merced de tentarlos más adentro, para aventajarlos en dones y merecimientos, como leemos del santo Tobías (Tob. 12, 13), a quien dijo san Rafael: Que, porque había sido acepto a Dios, le había hecho aquella merced de enviarle la tentación que le probase más, para engrandecerte más.

§ 0

Porque muchos servicios han de haber hecho a Dios, y mucha paciencia y constancia han de haber tenido por él, y muy aceptos han de haber sido delante de él en su vida y obras a los que él hace tan señalada merced de tentarlos más adentro, para aventajarlos en dones y merecimientos, como leemos del santo Tobías (Tob. 12, 13), a quien dijo san Rafael: Que, porque había sido acepto a Dios, le había hecho aquella merced de enviarle la tentación que le probase más, para engrandecerte más.

§ 0

Porque muchos servicios han de haber hecho a Dios, y mucha paciencia y constancia han de haber tenido por él, y muy aceptos han de haber sido delante de él en su vida y obras a los que él hace tan señalada merced de tentarlos más adentro, para aventajarlos en dones y merecimientos, como leemos del santo Tobías (Tob. 12, 13), a quien dijo san Rafael: Que, porque había sido acepto a Dios, le había hecho aquella merced de enviarle la tentación que le probase más, para engrandecerte más.

§ 0

Volviendo, pues, a nuestra declaración, conociendo aquí el alma que todo le ha salido bien y que ya sicut tenebrae eius ita lumen eius (Sal. 138, 12), y que, como fue participante de las tribulaciones, lo es ahora de las consolaciones y del reino (2 Cor. 1, 7), habiéndole muy bien respondido a los trabajos interiores y exteriores con bienes divinos del alma y del cuerpo, sin haber trabajo que no tenga su correspondencia de grande galardón, confiésalo como ya bien satisfecha, diciendo: Y toda deuda paga, dando a Dios gracias en este verso, como también hizo David en el suyo (Sal. 70, 20­21) por haberle sacado de los trabajos, diciendo: ¡Cuántas tribulaciones me mostraste muchas y malas, y de todas ellas me libraste, y de los abismos de la tierra otra vez me sacaste; multiplicaste tu magnificencia, y, volviéndote a mí, me consolaste!

§ 0

No entendiendo, pues, estos maestros espirituales las almas que van en esta contemplación quieta y solitaria, por no haber ellos llegado a ella, ni sabido qué cosa es salir de discursos de meditaciones, como he dicho, piensan que están ociosas, y les estorban e impiden la paz de la contemplación sosegada y quieta, que de suyo les estaba Dios dando, haciéndoles ir por el camino de meditación y discurso imaginario, y que hagan actos interiores; en lo cual hallan entonces las dichas almas grande repugnancia, sequedad y distracción, porque se querrían ellas estar en su ocio santo y recogimiento quieto y pacífico.

§ 0

Porque acaecerá que anda Dios ungiendo algunas almas con ungüentos de santos deseos y motivos de dejar el mundo y mudar la vida o estilo y servir a Dios, despreciando el siglo (lo cual tiene Dios en mucho haber acabado con ellas de llegarlas hasta esto, porque las cosas del siglo no son de voluntad de Dios), y ellos allá con unas razones humanas o respetos harto contrarios a la doctrina de Cristo y su humildad y desprecio de todas las cosas, estribando en su propio interés o gusto, o por temer donde no hay que temer, o se lo dificultan, o se lo dilatan, o, lo que es peor, por quitárselo del corazón trabajan.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Noche Oscura

§ 0

CAPÍTULO 10 Del modo que se han de haber éstos en esta noche oscura.

§ 0

El cual por ser tan estrecho y por ser tan pocos los que entran por él, como también dice el mismo Señor (Mt. 7, 14), tiene el alma por gran dicha y ventura haber pasado por él a la dicha perfección de amor, como ella lo canta en esta primera canción, llamando noche oscura con harta propiedad a este camino estrecho, como se declarará adelante en los versos de la dicha canción.

§ 0

Dice, pues, el alma, gozosa de haber pasado por este angosto camino de donde tanto bien se le siguió, en esta manera:

§ 1.4.5

Hay también algunas almas, de naturales tan tiernos y deleznables, que, en viniéndoles cualquier gusto de espíritu o de oración, luego es con ellos el espíritu de la lujuria, que de tal manera les embriaga y regala la sensualidad, que se hallan como engolfados en aquel jugo y gusto de este vicio; y dura lo uno con lo otro pasivamente; y algunas veces echan de ver haber sucedido algunos torpes y rebeldes actos.

§ 1.7.5

Estas imperfecciones baste aquí haber referido de las muchas en que viven los de este primer estado de principiantes, para que se vea cuánta sea la necesidad que tienen de que Dios los ponga en estado de aprovechados, que se hace entrándolos en la noche oscura que ahora decimos, donde, destetándolos Dios de los pechos de estos gustos y sabores en puras sequedades y tinieblas interiores, les quita todas estas impertinencias y niñerías, y hace ganar las virtudes por medios muy diferentes.

§ 1.8.2

Y porque en orden es primero y acaece primero la sensitiva, de ella con brevedad diremos alguna cosa primero, porque de ella, como cosa más común, se hallan más cosas escritas, por pasar a tratar más de propósito de la noche espiritual, por haber de ella muy poco lenguaje, así de plática como de escritura, y aun de experiencia muy poco.

§ 1.9.5

Porque éstos que comienza Dios a llevar por estas soledades del desierto son semejantes a los hijos de Israel, que luego que en el desierto les comenzó Dios a dar el manjar del cielo, que de suyo tenía todos los sabores, y, como allí dice (Sab. 16, 20­21), se convertía al sabor que cada uno quería, con todo, sentían más la falta de los gustos y sabores de las carnes y cebollas que comían antes en Egipto, por haber tenido el paladar hecho y engolosinado en ellas, que la dulzura delicada del maná angélico, y lloraban y gemían por las carnes entre los manjares del cielo (Núm. 11, 4­6).

§ 1.10

Del modo que se han de haber éstos en esta noche oscura.

§ 1.11.1

La cual inflamación de amor, aunque comúnmente a los principios no se siente, por no haber uviado o comenzado a emprenderse por la impureza del natural, o por no le dar lugar pacífico en sí el alma por no entenderse, como habemos dicho (aunque, a veces, sin eso y con eso comienza luego a sentirse alguna ansia de Dios), cuanto más va, más se va viendo el alma aficionada e inflamada en amor de Dios, sin saber ni entender cómo y de dónde le nace el tal amor y afición, sino que ve crecer tanto en sí a veces esta llama e inflamación, que con ansias de amor desea a Dios, según David estando en esta noche, lo dice de sí por estas palabras (Sal. 72, 21­22), es a saber: Porque se inflamó mi corazón, es a saber en amor de contemplación, también mis renes se mudaron, esto es, mis apetitos de afecciones sensitivas se mudaron, es a saber, de la vida sensitiva a la espiritual, que es la sequedad y cesación en todos ellos que vamos diciendo; y yo, dice, fui resuelto en nada y aniquilado, y no supe; porque, como habemos dicho, sin saber el alma por dónde va, se ve aniquilada acerca de todas las cosas de arriba y de abajo que solía gustar, y sólo se ve enamorada sin saber cómo y por qué.

§ 1.11.3

Que por cuanto pone Dios el alma en esta noche sensitiva a fin de purgar el sentido de la parte inferior y acomodarle y sujetarle y unirle con el espíritu, oscureciéndole y haciéndole cesar acerca de los discursos, como también después, al fin de purificar el espíritu para unirle con Dios, como después se dirá, le pone en la noche espiritual, gana el alma, aunque a ella no se lo parece, tantos provechos, que tiene por dichosa ventura haber salido del lazo y apertura del sentido de la parte inferior por esta dicha noche.

§ 2.3.2

De donde en esta noche que se sigue se purgan entrambas partes juntas, que éste es el fin porque convenía haber pasado por la reformación de la primera noche y la bonanza que de ello salió, para que, aunado con el espíritu el sentido, en cierta manera se purgue y padezca aquí con más fortaleza, porque para tan fuerte y dura purga es menester (disposición) tan grande; que, sin haber reformádose antes la flaqueza de la parte inferior y cobrado fortaleza en Dios por el dulce y sabroso trato que con él después tuvo, ni tuviera fuerza ni disposición el natural para sufrirla.

§ 2.3.2

De donde en esta noche que se sigue se purgan entrambas partes juntas, que éste es el fin porque convenía haber pasado por la reformación de la primera noche y la bonanza que de ello salió, para que, aunado con el espíritu el sentido, en cierta manera se purgue y padezca aquí con más fortaleza, porque para tan fuerte y dura purga es menester (disposición) tan grande; que, sin haber reformádose antes la flaqueza de la parte inferior y cobrado fortaleza en Dios por el dulce y sabroso trato que con él después tuvo, ni tuviera fuerza ni disposición el natural para sufrirla.

§ 2.3.3

Por tanto, porque estos aprovechados todavía el trato y operaciones que tienen con Dios son muy bajas y muy naturales, a causa de no tener purificado e ilustrado el oro del espíritu; por lo cual todavía entienden de Dios como pequeñuelos, y saben y sienten de Dios como pequeñuelos, según dice san Pablo (1 Cor. 13, 11), por no haber llegado a la perfección, que es la unión del alma con Dios; por la cual unión ya, como grandes, obran grandezas en su espíritu, siendo ya sus obras y potencias más divinas que humanas, como después se dirá.

§ 2.13.5

Pero aquí conviene notar que, aunque a los principios, cuando comienza esta noche espiritual, no se siente esta inflamación de amor, por no haber empezado este fuego de amor a emprender, en lugar de eso da desde luego Dios al alma un amor estimativo tan grande de Dios, que, como habemos dicho, todo lo más que padece y siente en los trabajos de esta noche, es ansia de pensar si tiene perdido a Dios y pensar si está dejada de él.

§ 2.13.9

La causa es que, como ya el amor le va dando fuerza con que le ame de veras, y la propiedad del amor sea quererse unir y juntar e igualar y asimilar a la cosa amada, para perfeccionarse en el bien de amor, de aquí es que, no estando esta alma perfeccionada en amor, por no haber llegado a la unión, la hambre y sed que tiene de lo que le falta, que es la unión, y las fuerzas que ya el amor ha puesto en la voluntad con que le ha hecho apasionada, la haga ser osada y atrevida según la voluntad inflamada, aunque según el entendimiento, por estar a oscuras y no ilustrado, se siente indigno y se conoce miserable.

§ 2.15.1

Dícelas, respondiendo a cierta objeción tácita, diciendo que no se piense que, por haber en esta noche y oscuridad pasado por tanta tormenta de angustias, dudas, recelos y horrores, como se ha dicho, corría por eso más peligro de perderse, porque antes en la oscuridad de esta noche se ganó; porque en ella se libraba y escapaba sutilmente de sus contrarios, que le impedían siempre el paso, porque en la oscuridad de la noche iba mudado el traje y disfrazada con tres libreas y colores que después diremos, y por una escala muy secreta, que ninguno de casa lo sabía, que, como también en su lugar notaremos, es la viva fe, por la cual salió tan encubierta y en celada, para poder bien hacer su hecho, que no podía dejar de ir muy segura, mayormente estando ya en esta noche purgativa los apetitos, afecciones y pasiones, etc., de su ánima adormidos, morticados y apagados, que son los que, estando despiertos y vivos, no se lo consintieron.

§ 2.21.4

Y para conseguir la gracia y unión del Amado no puede el alma haber mejor túnica y camisa interior, para fundamento y principio de las demás vestiduras de virtudes, que esta blancura de fe, porque sin ella, como dice el Apóstol (Heb. 11, 6), imposible es agradar a Dios, y con ella es imposible dejarle de agradar, pues él mismo dice por el profeta Oseas (2, 20): Desponsabo te mihi in fide.

§ 2.21.6

Y aquí se despoja y desnuda de todas estas vestiduras y traje del mundo, no poniendo su corazón en nada, ni esperando nada de lo que hay o ha de haber en él, viviendo solamente vestida de esperanza de vida eterna.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Otras del mismo a lo divino

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Que va por super flumina



Ad Principium

habacuc
habemos
habemus
habentes
haber
haberet
haberla
haberlas
haberle

Cooperatorum Veritatis Societas

© 2006 Cooperatorum Veritatis Societas quoad hanc editionem iura omnia asservantur.